Estaba en la clase de natación, pero mi actitud ese jueves en especial era algo “malvibrosa” con un compañerito, que anteriormente ya lo traía “entre ceja y ceja” porque su mayor pecado es que cuando nada, parece que la piscina es solo de él .
Avienta agua cual ballena Keiko, respira con tremendos aspavientos y además nada del lado opuesto al que lo hacemos todos, sin importarle madres quien se encuentre a su paso, pero para ponerle otra “raya al tigre” escupe el agua como si no supiera que los que estamos aprendiendo también la tragamos… ( fuchi ! ) .
Bueno, pues para no hacer el cuento más largo entre más lo veía, más defectos le encontraba al pobre hombre, así que ya faltando 15 minutos para acabar la clase, llega el profesor para indicarnos que practicaríamos en la alberca grande.
Como buenos primerizos estábamos medio nerviosos pero después de un rato nos fuimos soltando “ cual sirena en altamar ”… en ese inter el compañero del que les hable al principio nadaba en sentido contrario al que íbamos los demás a lo cual pues no había más que de dos sopas o esperarnos o aguantar la respiración mientras el pasaba levantando olas.
Mientras nadaba y a su vez tragaba agua a solo un brazo de distancia para llegar al borde, veo una mano estirada que noto mi angustia y me jala al borde… pero oh sorpresa que cuando levante la mirada para dar las gracias voy viendo que era ese compañerito del que yo tanto me queje.
Al salir de la piscina, ademas de haber tragado litros de agua, lo hice con mis palabras al decirle a una amiga: ” Mira uno que cabrón es, que al que mas anda criticando es el que en algún momento le tiende la mano “.