A chillidos de puerco, oídos de carnicero

Era viernes por la tarde y Robby y yo llegábamos puntualmente a una cita que habíamos agendado con una constructora.

Mientras esperábamos pacientemente a que llegara otra persona, el vendedor hábilmente con el afán de romper el hielo y hacerse un perfil de nosotros, empezó a encarrilar la charla, mientras conversábamos tranquilamente  voltea con mi esposo y así a “boca jarro” le suelta un : Ah… Te la trajiste de México?.  Mientras escuchaba la última sílaba de su frase, mi cara involuntariamente ya lo había dicho todo.

Acto seguido Robby respondía con la tranquilidad y el sarcasmo que lo caracteriza, que yo me había venido sola. Los tres entendimos el mensaje y la conversación continuó pero con otro tema.

Cuando salimos de la reunión voltee y le dije a Robby:

 Ay nooo… !! Oye qué onda con tu ranch? es la segunda vez en esta semana que me hacen un comentario por el estilo. Ahora resulta que parezco artesanía, me confundieron con Pocahontas o me vieron “bajada del cerro a tamborazos”! .

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Mientras bromeábamos con lo anterior simplemente concluíamos que :

” A chillidos de puerco, oídos de carnicero”.

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