Ay hija, lo que pasa es que a tí: “Te brincan las patas”! esa frase me la repitieron mis papás en más de alguna ocasión y en todas sus entonaciones posibles, sin embargo tomó más sentido, el día en el que llegué a casa con los requisitos en la mano para irme a estudiar un semestre de la universidad al extranjero.
A poco más de 15 años de haber vivido esa experiencia y haber migrado de manera ” definitiva ” a otro continente, no me queda ni tantita duda de que tan atinada frase venía con un equipaje cargado de: sentimientos, expectativas, sacrificios e ilusiones tanto para mí que me iba, como para los que se quedaban.
Y así, con todas esa ganas y necesidad de salir del entorno conocido de los que el miedo, la comodidad o la desidia no me hubieran permitido, comencé la aventura con un halago encubierto en forma de reclamo que decía: ay hija, lo que pasa es que a ti “Te brincan las patas”.